viernes, 7 de mayo de 2010

Lo que dura, dura

A ver, amigos míos, lo primero que quiero decir es que no voy a hablaros de sexo, lo lamento, pero no, una coma es una coma y entre un dura y otro dura, cambia la historia. Hoy voy a hablaros de publicidad.
Esta tarde he ido a comprar algunas cosillas, como acostumbro a hacer para que la compra del sábado no se me haga tan larga, y he comprado lavavajillas, el mismo que la última vez porque me encanta. Como mujer sencilla que soy, hay detalles que me pueden llenar de tanta energía como si de una batería de móvil enchufada se tratara. Pues eso me pasa con el olor de este lavavajillas. Lo descubrí hace muy poco y ya no me separo de él, prometido.
A lo que voy es a la publicidad engañosa. Es la primera vez que veo una publicidad engañosa a la inversa, es decir, que el producto es mejor de lo que dicen que es.
Al comprar este lavavajillas he visto que en la etiqueta había en letras destacadas un cartelito que ponía “dura hasta 8 semanas”. Claro, depende de lo que estuviéramos hablando, podría ser mucho, pero estamos hablando de un jabón para lavar los platos… ¿solo 8 semanas?
No salgo de mi asombro, porque para bien o para mal, hay cosas que no se van nunca de mi mente (no tantas como me gustaría) y no he olvidado el día que empecé el bote que se me está acabando ahora: el 1 de enero de 2010. Supongo que lo recuerdo tan claramente porque era 1 de enero, que suele ser un día destacado en nuestras vidas. Diferente hubiera sido que lo hubiera comenzado un 7 de febrero… bueno, que no hace falta ser muy inteligente para ver que exactamente han pasado 4 meses y 1 semana, prácticamente el doble de 8 semanas. Qué raro, ¿no?
En fin, que para bien y para mal, la publicidad puede ser algo bueno, pero también puede ser algo ridículo. O acaso sea una cuestión de medidas…

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