domingo, 24 de noviembre de 2013

El coche intriga

Cada fin de semana aparece en mi calle un hermoso Audi TT. El coche intriga por sí solo, pero más intriga el hecho de que solo lo veamos, y en la calle, durante los fines de semana.

Apetece mucho imaginarse una vida paralela a la del coche. Quién conducirá el vehículo, por qué solo le vemos en fin de semana, ¿dónde pasa el resto de la semana?, ¿con quién?...

No me costaría gran cosa apostarme en el balcón a esperar a que llegue alguien relacionado con el coche, tal vez el conductor, pero mejores cosas tengo que hacer que perder mi tiempo en ello… y más porque es invierno.

Y diréis, tal vez, que por qué le doy tantas vueltas a ello si no quiero perder el tiempo. Bien, pues porque algo no me encaja. Resultaría fácil inventarse una vida falsa que acompañe a ese coche, pero llegado algún punto, no me encaja, tan lógica soy.

Una presupone que durante la semana tiene un trabajo y el fin de semana vuelve a su casa, pero si es ‘su casa’, ¿por qué deja ese coche en la calle? El barrio en el que vivo no es especialmente peligroso, pero los ceros del precio de ese coche están pidiendo a gritos tenerlo a buen recaudo…

O pongamos que es al revés, que durante la semana está en su casa y en fin de semana, no lo está… pero ¿por qué?, ¿por trabajo?, ¿un/a amante?

Sea como sea, no creáis que soy tan cotilla, imaginación mucha, pero cotilleo poco; es el interés que se ha despertado en mí desde que me estoy sacando el carné de conducir, teórica a la vuelta de la esquina... todos los coches me dicen su qué.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Exposición

Ayer me pasó algo excepcional. Una de esas cosas que una cree que solo pasan en las películas: vi a unos bomberos haciendo ejercicio en su cuartel J

Vivo muy cerca del cuartel que los bomberos de Barcelona tienen en el Vall d’Hebrón, así que cuando volvemos a casa, más cerca o más lejos, siempre vemos el cuartelillo desde el coche, nunca se ve nada.

Bien, pues ayer ya era de noche, invierno, las 7 de la tarde y volvíamos a casa por la zona más cercana, miro para arriba y ahí está él, dándole patadas a uno de esos sacos de boxeo para aporrear, con el torso desnudo, por supuesto, persianas levantadas y mucha luz, exhibicionismo puro. Y aunque recuerdo vagamente haber aplaudido, mucho me cuidé de excederme en mi efusividad, ya que iba en el coche con el hombre de mi vida que sin necesidad de aporrear nada, ya es el hombre de mi vida.

Mi capacidad de contención no fue fruto de ningún esfuerzo, me sale natural si la situación lo requiere, pero hay personas que no pueden controlar su efusividad, en sus palabras, en su expresión, o en su reacción. Valga como ejemplo la estampida que se produce cuando en el último anuncio de Nespresso, las clientas que toman café salen despavoridas detrás de George Clooney cuando la más lista les grita que se encuentra en el local, topicazo a todas luces, pero no es de eso de lo que os quería hablar. 

Como todos los anuncios en los que aparece George Clooney, este también me gusta, pero lo que no me acaba de gustar son las gafas de sol que le han puesto, no es que sean feas, es que no le quedan bien, le envejecen.

Me surge un dilema en este punto, por un lado pienso: si te vas a exponer, que lo que expongas esté bien, pero por otro, pienso que los prejuicios que conformamos respecto a los demás, muchas veces son excesivos. ¿Tenemos o no tenemos derecho a opinar lo que queramos de los demás? Pudiera ser que pensar no sea lo mismo que opinar…

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