Ya sabéis que a mí no me gusta hablar nunca de política (por aquello de su impermeabilidad), pero es que a veces me llaman mucho la
atención las contradicciones de la gente. Que las personas somos
contradictorias debe ser tema de la naturaleza, pero ver que alguien que
gritaba como loco los goles de la selección española durante la Eurocopa de 2012
después se pone una ‘estelada’ para reivindicar la independencia de Cataluña…
pues me cuesta, qué queréis que os diga.
Para mí la coherencia es una de
las grandes cualidades de las personas y algo tan sencillo como vitorear los
goles de España en julio y dos meses después clamar por la independencia de
Cataluña, pues no lo entiendo, por mucho que te guste el fútbol, o una cosa o
la otra.
Y si le damos varias vueltas a la
cabeza, creo que este hecho podríamos llegar a entenderlo, pero anoche escuché
algo con tintes similares que me dejó helada: “yo nunca he sido
independentista, nunca, mis padres son aragoneses, pero dada la situación
económica actual [en Catalunya], pues me he vuelto independentista”.
A ver… ¿dada la actual situación
económica te has vuelto independentista? Me alegro muchísimo de no se la esposa
de este señor, porque el día que ganase tres veces más que yo, ya sé cuál iba a
ser el camino (el del juzgado).
Vamos, a ver, ¿no se podría pedir
la independencia por motivos algo más coherentes?, ¿algo más razonables? A ver,
Sr. Puig, dígame por qué. Dispensi, Sr. Puig, per què?
Por lo demás, vamos a ver otra
vez, hay quien de pronto te saca a la luz un año concreto de hace tres siglos
para reivindicar sus derechos de hoy. ¿Cómo? Yo me niego a echar la vista tan
atrás para reivindicar mis derechos de hoy, entre otras cosas, porque tres
siglos atrás ni yo, ni mis padres, ni mis abuelos, ni mis bisabuelos ni mis
tatarabuelos estaban en Catalunya.
En fin, sin ánimo de desanimar a
nadie, má bien todo lo contrario, allá cada uno con su coherencia, me pregunto yo si todos tenemos derecho
a echar mano del argumento que nos convenga para pedir lo que nos
interese.
Pues sinceramente creo que sí, ¿acaso no
hay feos que con un buen corte de pelo y la camisa recién planchada pueden ser el
más guapo de la fiesta? Pues eso.