viernes, 30 de octubre de 2009

Last Train to London

No, que no os engañe el título, no me voy a Londres, es que hoy voy a hacer una de las cosas que más me gustan: coger un tren para irme a algún lugar tranquilo a pasar el fin de semana. Aún no he averiguado por qué, pero el hecho de que el viaje comience o acabe en tren, siempre es positivo en algún aspecto.

Os lo cuentaré a la vuelta, mientras, os dejo con esta gran canción de la ELO, que además de ser buenísima y no pasar nunca de moda, le viene muy bien a mi viaje. Buen fin de semana a todos.

domingo, 25 de octubre de 2009

Igualdad

“Las mujeres tienen un gen que las predispone biológicamente para la cocina, la limpieza, etc. y que los hombres no tienen.” ¿Cómo? ¿Quién ha dicho eso?
Por desgracia, es real, y lo dijo sin remordimiento ni duda alguna un alto ejecutivo de entre 30 y 40 años en un curso que una amiga mía impartió hace unos días sobre la igualdad en el entorno laboral.
Me lo contaba ayer en una comida y ninguno de los comensales podíamos dar crédito a lo escuchado.
Lo peor del caso es que a su lado había una alta ejecutiva que asintió con la cabeza…
Yo no puedo entenderlo. De ninguna de las maneras. Lo siento, pero que yo sepa, la ciencia a día de hoy no ha demostrado tal afirmación, con lo cual, no es cierta.
Lo que más me sorprende de estas dos personas es que son opuestas. Es decir, si ese hombre piensa que la mujer, por genética, debe de dedicarse a la casa, y esa mujer que se sienta a su lado, también, ¿cómo es que están juntos en un curso sobre igualdad para altos ejecutivos? Uno de los dos o los dos están equivocados, los dos no pueden estar en lo cierto. Pura triste contradicción de uno o, probablemente, de los dos.

viernes, 23 de octubre de 2009

El valor de una noche de viernes

Hoy le dedico la canción que mejor expresa el amor a un gran amigo mío, que esta noche ha reunido el valor suficiente para pedirle a la chica que le gusta que salga con él. Estoy convencida de que le irá bien. Instinto femenino.

Esta canción pertenece a la película A star is born, de Barbra Streisand y Kris Kristofferson. No la he visto todavía, pero una persona muy especial está a punto de prestármela, ya os contaré si me gusta.

Cuando uno se enamora se siente aproximadamente así, como el o la protagonista de esta canción. Lo expresa a la perfección, con la fuerza, la precipitación, la alegría... en definitiva, sentimientos en explosión. Siento poneros una versión de vídeo tan larga, es que no he encontrado solo él de la canción. Pero a lo mejor os pica el gusanillo de la película, que tampoco sería mal propósito. No os dejéis engañar por la estética de la época, el amor no ha cambiado en millones de años.

lunes, 19 de octubre de 2009

La vuelta al mundo

La primera vez que me planteé ‘el tiempo’ en este blog fue cuando decidí crear la sección ‘Palabra del día’. Porque me surgió una gran duda ¿qué es un día en Internet? En principio deberían ser 24 horas, como para cualquiera de nosotros; no conozco a nadie cuyo día tenga 36 horas, por mucho que lo estiren… pero se da la circunstancia de que Internet une vía ciberespacio a todo el planeta, lo cual, convierte a sus días (los de Internet) en mucho más largos que los de las personas.
Pongamos un ejemplo: yo escribo en mi blog a las 7:30 de la tarde de Barcelona y pongo una palabra del día (cada palabra va acompañada del día concreto en el que es protagonista) y esa palabra la lee una persona en Buenos Aires, para él son las 3:30 de la tarde del mismo día; pongamos que luego lee la palabra una persona en Vancouver, allí son las 10:30 de la mañana del mismo día; pero supongamos que también lee mi palabra una persona en Tokyo, allí son las 2:30 de la mañana del día siguiente, con lo cual, alguien se pierde el día de la palabra, que no la palabra del día.
Me gusta el divertimento que nos propone Internet a este respecto, lo larga que puede llegar a ser la longitud del tiempo aunque para mí sean las 7 y media de la tarde.
Lo más curioso es que parece no quedar nada claro en qué lugar del mundo y del día deberíamos estar...

jueves, 15 de octubre de 2009

Paciencia

Es mentar ‘paciencia’ y te vienen a la mente centenares de momentos, de actitudes, de personas, de palabras, etc. Creo sinceramente que la paciencia debería poder comprarse, porque la mayoría de nosotros, antes o después, andamos más bien escasitos.
Estoy pensando ahora mismo en la paciencia que hace falta para cocinar.
Mientras os escribo esto estoy preparando un (confío que delicioso) pollo relleno estofado.
La receta en sí no tiene mucha complicación, más bien, al contrario: cortar todos los ingredientes, cuando ‘estén’, convertirlos en compañeros de cacerola del pollo y esperar… vuelta y vuelta periódicamente para que se cocine por todos los lados y coja la sustancia que requiere y ya estará preparado.
Pues bien, en ese vuelta y vuelta me encuentro, llevo ya una hora y le queda aproximadamente lo mismo.
Sin paciencia es imposible llevar a cabo semejante empresa. Pero lo hago con mucho gusto, porque sé que los que lo coman, me lo agradecerán y porque sé que alrededor de la suculenta carne, pasaremos un buen momento. Es una fenomenal recompensa.
Pero no debemos confundir paciencia con un simple esperar.
Os pondré un ejemplo (que a mí nunca me ha ocurrido), ¿qué se obtiene de esperar a alguien en una cita 30 minutos si cuando llega ni siquiera te pide disculpas? Os lo diré, nada. Desesperarse en tal caso no es impaciencia, es desesperación, que proviene de des/esperar, y que implica perder la esperanza… y añado yo, de obtener beneficio alguno.
La paciencia es grande porque antes o después, tenemos algo bueno que recordar de haberla tenido.
Me desdigo, prefiero que no se venda, así es gratis.

domingo, 11 de octubre de 2009

Bajo la alfombra

En el periódico de hoy venía en portada y en grandes titulares que una persona con el cargo más importante de una institución bien conocida y (al menos hasta ahora) valorada de la sociedad catalana había cargado a cuenta de dicha institución el coste de las bodas de sus dos hijas.
Hoy dedico estas líneas, como os podéis imaginar, a la capacidad de algunas personas de meter los problemas debajo de la alfombra y pisar por encima como si tal cosa.
Hace años era muy repetida en las pantallas la broma de ver a alguien barriendo y en lugar de tirar lo recogido, esconder lo barrido bajo la alfombra. La gracia no consistía en ese hecho en sí, sino en esperar el momento en el que alguien descubría lo allí escondido.
Salvando las gracias que pueda más bien no haber en este caso, algo similar ocurre en la mente de algunas personas. Hacen cosas feas, a su alrededor se generan problemas, o lo que podríamos llamar ‘suciedad’ y en lugar de intentar eliminarla o enfrentarse a ella, la meten debajo de la alfombra de la vida y continúan como si tal cosa.
A mí me cuesta bastante actuar de esa manera porque siempre he dicho que me sobraban lo que llamamos remordimientos de conciencia. O estoy en paz conmigo misma o no puedo continuar, tengo que ‘limpiar’ la situación sea como sea. De ahí que me resulte tan difícil imaginar cómo hacen estas personas para pasar del remordimiento de conciencia a vivir en paz consigo mismos, sin tocar la alfombra. Qué autoengaño más grande, ¿verdad?

martes, 6 de octubre de 2009

Empatía

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la empatía como la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
La empatía fue hace no muchos años un valor en auge. Andaba en boca de todos y se valoraba en gran medida como virtud de las personas. Últimamente noto su salud algo desmejorada.
Actuar con empatía no es fácil, lo reconozco, y hacerlo de manera inconsciente aún es más difícil, pero presumo de conocer a muchas personas que la tienen muy presente cuando tratan a los demás. Conozco otro grupo interesante, el de quienes lo intentan. Pero también conozco un caso muy alarmante: no es otro que el de quien sabiendo qué es la empatía y requiriéndola como si de un alimento primario se tratase, no la practica.
No logro entender qué lleva a sus mentes a quedarse instaladas en un excluyente YO. Me encantaría saberlo.

domingo, 4 de octubre de 2009

Arar

Un ex de esos que se convierten en amigos me dijo una vez que pasar la aspiradora le resultaba muy entretenido porque era como arar.
A mí no me resulta tan divertido, seguramente porque no sé arar. Pero sí me he aficionado a un juego muy simpático que circula por Facebook relacionado con la agricultura: Farmwille.
Para empezar diré que es un juego como cualquier otro. Nada más que un juego. Pero tiene la característica de que necesitas un gran esfuerzo de coordinación y previsión e incluso de avidez económica para pasar de un nivel a otro. Y eso me gusta.
La gracia de ese juego es que comienzas con unas monedas y un poco tierra y con los granos que puedas comprar en el mercado, puedes cultivar productos. Cada producto tiene un tiempo establecido de crecimiento (horas, días, etc.), cuando está crecido, hay que recolectarlo. Cuando lo recolectas, te dan más monedas (más o menos cuantiosas según el producto) y con ellas puedes comprar más productos o más tierras y así intentar aumentar tu imperio. Hay más entresijos en este juego, pero si no llevas idea de jugar, tampoco tiene mucha gracia.
La primera vez que se me echaron a perder unas fresas en ese juego, me sentí mal, porque había sido una equivocación mía. No presté atención al tiempo necesario para que crecieran y se me echaron a perder. No me ha vuelto a pasar. Ahora me fijo mucho en el tiempo requerido y el tiempo de que dispongo antes de plantar nada.
Otro aliciente que este juego tiene para mí es que está en inglés. Es decir, que en mi pantalla, pasar la aspiradora no es tan divertido como arar, sino como to plow. Con lo autodidacta que he sido siempre para los idiomas, ser una granjera en inglés, me resulta muy interesante.
Pero una de las mayores diferencias entre lo que ocurre en el juego cibernético y en el de la vida real es que en este último a veces se dan acontecimientos climatológicos adversos que dan al traste con las cosecha. Y eso es un factor a no desconsiderar nunca.
Es que yo podría ser una agricultora en la vida real en la actualidad, sí; lo he tenido siempre muy fácil si hubiera querido hacerlo. Pero a mí en el juego de la granja de la vida real no me han salido nunca las cuentas, calcule el tiempo de crecimiento como lo calcule.

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