Hace unos días estaba yo viendo por televisión un amistoso partido de fútbol cuando de repente un comentario me sacudió la pereza de los oídos. El comentarista estaba relatando una gran ocasión que había tenido un jugador y su frase fue que tal jugador había tenido la mejor… la mejor… y no le salía ‘ocasión’ ‘oportunidad’, no le salía nada; y como ya no quedaban más segundos para desperdiciar dijo… ha tenido la mejor vez del partido, y, claro, yo me eché a reír. Lo lamento, porque no está bien reírse de los demás y menos cuando están en momentos de apuros, pero es que ‘vez’ me pareció tan poco apropiado en esa frase… purista me llamaréis algunos, pues no, os digo yo, soy lo más ‘de andar por casa’ que os podáis imaginar, pero si me puedo echar unas risas con lo que se va diciendo por ahí, me las echo.
Hoy, sin ir más lejos, unas compañera de trabajo y yo nos hemos reído a carcajadas en plena calle porque su confusión lingüística ha sido muy divertida. Ella es extranjera y no habla casi nada de español (nos comunicamos en inglés) y como está dispuesta a aprender español lo antes posible, yo me he ofrecido a hacer un intercambio de idiomas, ella me ayuda con mi inglés y yo a ella con su español. Bien, pues de sus primeras clases (no las mías, las de la escuela) de español ha sacado un amplio vocabulario familiar y de vestuario y seguramente de ahí ha venido confundir abrigo con abuelo, y cuando se ha dado cuenta de lo que en realidad estaba diciendo no hemos podido hacer menos que estallar en carcajadas… ponerse a los pobrecitos abuelos sobre los hombros, si no es absolutamente necesario, no está nada bien…
Qué buenos los momentos en que nos reímos, ¿verdad?
Blog creado para compartir ideas, sentimientos, realidades... todo aquello que haga sentirnos mejor.
viernes, 27 de agosto de 2010
miércoles, 18 de agosto de 2010
Subida de impuestos
Decía Pepe Blanco hace unos días que nos va a subir los impuestos a niveles europeos porque en España están demasiado bajos… pues sabedlo todos, estoy absolutamente de acuerdo, pero con una condición. Va, Pepe, solo una.
Si me subes los impuestos a niveles europeos, quiero que también me subas el salario a nivel europeo. Porque yo, vivo en Barcelona y cobro en Barcelona, entonces… ¿por qué tendría que tener los impuestos como si viviera en Londres? Ni crisis ni tonterías. Venga, te permito semejante desliz porque estamos en periodo vacacional y el verano, insisto, es francamente malo para casi todo, pero para otra vez piensa un poco lo que dices que no está el horno para… muffins
Si me subes los impuestos a niveles europeos, quiero que también me subas el salario a nivel europeo. Porque yo, vivo en Barcelona y cobro en Barcelona, entonces… ¿por qué tendría que tener los impuestos como si viviera en Londres? Ni crisis ni tonterías. Venga, te permito semejante desliz porque estamos en periodo vacacional y el verano, insisto, es francamente malo para casi todo, pero para otra vez piensa un poco lo que dices que no está el horno para… muffins
sábado, 14 de agosto de 2010
Maneras de vivir
No pienses que estoy muy triste
si no me ves sonreír
es simplemente despiste,
maneras de vivir...
si no me ves sonreír
es simplemente despiste,
maneras de vivir...
¿Hay alguien por ahí que no conozca esta canción? Que levante la mano… mmmm, vaya, pues no sé si echaros de mi blog o dejaros que os quedéis y la conozcáis. Va, que es broma, por supuesto quedaos, que mi blog es libre y todos aprendemos de todos.
No sé por qué pero la letra de esta canción viene muy a menudo a mi mente, en especial en la voz de Rosendo. Será porque todo lo que haces de adolescente, marca.
Pero no os hablaré hoy de mi adolescencia (interesantísima, por otro lado), os hablaré de cómo ahorrar.
Ayer fui al supermercado a comprar una botella de zumo. Desde que estuve en Roma, Dios sabrá por qué, me acostumbré a tomar un vasito de zumo por las mañanas, a vueltas con la leche, y total que ayer fui a comprar una botella porque me quedaba poco y cuál es mi sorpresa al llegar a casa y repasar la cuenta, cuando vi que me habían cobrado casi 50 céntimos menos que su precio habitual. Observé el asterisco al lado del precio que indica que era un artículo en oferta, pero me extrañó, porque no había ningún cartel que lo indicara. Me pareció tanto el ahorro que me dije a mí misma que aun a suerte de gastar más de lo que tenía previsto esta semana, tenía que volver a por más. Al menos, dos botellas, un euro de ahorro en total. Y sí sí, hoy he vuelto temprano (ese tipo de ofertas no duran ni medio día si están bien visibles) y ya había un cartel enorme que lo indicaba y muy pocas botellas. De modo que he cogido dos y para casa tan contenta.
Parecen tonterías, pero oye, con ese eurito pagaré mañana la mitad del periódico, no está mal, ¿verdad?
Bueno, amigos, pues este ha sido el primer consejo de ahorro del blog. Vendrán más (que una se lo está currando mucho ante el montón de gastos que se le avecinan), pero como cualquier título que le ponga al tema del dinero va a resultar molesto, lo llamaremos, sencillamente, Maneras de vivir :-)
miércoles, 11 de agosto de 2010
Paul Auster II
Hace unos meses os hablé de Paul Auster y un libro que acababa de leer. Bien, pues hoy me veo obligada a hablaros de otro.
La semana pasada me quedé con una considerable cara de idiota cuando llegué a una librería de Barcelona que me gusta mucho y estaba cerrada porque se habían trasladado a otra calle. Me quedé pasmada porque no era consciente de cuándo se habían trasladado, la última vez que estuve allí fue para comprarle un libro a mi por entonces chico por el día de Sant Jordi. Supongo que inconscientemente, como aquello no salió bien, no volví (no salió bien la historia con el chico, el libro salió divinamente). El tema es que se han trasladado bastante lejos de su ubicación anterior. No me cae a desmano (casi me va mejor que donde estaban antes), pero como yo los ubicaba allí, ahora los tendré que ubicar allá.
Y otro día, porque aquél ya no me daba tiempo, fui a visitar la nueva librería. Muy linda, sí. Creo que algo más pequeña que la anterior, pero curiosa y bien distribuida. Me llamaron la atención dos cosas: la primera, una cita de Chaplin en una pared (“todos somos aprendices, la vida es tan corta que no da para más”) y la segunda, su sección de novela. No sé por qué mis ojos se fueron disparados a las novelas de Paul Auster, y allí se quedaron.
Tuve en mis manos unos cuantos títulos e incluso me dejé aconsejar por la amable y experimentadísima dependienta, cosa que por aquello de que me dejen tranquila no suelo hacer nunca; me aconsejó otros títulos e incluso alguno de la actual mujer de Auster, Siri Hustvedt, de la que también me han dicho que es una gran escritora. Pero no hubo nada que hacer, me decanté por el primero que había cogido, al azar, sin ni siquiera gustarme el título (La noche del oráculo).
Me lo acabé en pocos días. Qué libro tan interesante y tan bien escrito. La historia del protagonista me encandiló en seguida, pero lo hizo aún más la del protagonista de la novela que escribe el protagonista, total, que llegó un momento en el que no sabía quién me estaba gustando más, si el escritor, el escritor del escritor, el editor del escritor, la ciudad de Nueva York o la amante de alguno de ellos…
Una de las cosas que me dijo la dependienta (sin que yo le preguntara) fue que uno debe elegir los libros que lee según el estado de ánimo en el que se encuentre. Pues bien, el mío debía de ser excelente, porque elegí francamente bien.
La semana pasada me quedé con una considerable cara de idiota cuando llegué a una librería de Barcelona que me gusta mucho y estaba cerrada porque se habían trasladado a otra calle. Me quedé pasmada porque no era consciente de cuándo se habían trasladado, la última vez que estuve allí fue para comprarle un libro a mi por entonces chico por el día de Sant Jordi. Supongo que inconscientemente, como aquello no salió bien, no volví (no salió bien la historia con el chico, el libro salió divinamente). El tema es que se han trasladado bastante lejos de su ubicación anterior. No me cae a desmano (casi me va mejor que donde estaban antes), pero como yo los ubicaba allí, ahora los tendré que ubicar allá.
Y otro día, porque aquél ya no me daba tiempo, fui a visitar la nueva librería. Muy linda, sí. Creo que algo más pequeña que la anterior, pero curiosa y bien distribuida. Me llamaron la atención dos cosas: la primera, una cita de Chaplin en una pared (“todos somos aprendices, la vida es tan corta que no da para más”) y la segunda, su sección de novela. No sé por qué mis ojos se fueron disparados a las novelas de Paul Auster, y allí se quedaron.
Tuve en mis manos unos cuantos títulos e incluso me dejé aconsejar por la amable y experimentadísima dependienta, cosa que por aquello de que me dejen tranquila no suelo hacer nunca; me aconsejó otros títulos e incluso alguno de la actual mujer de Auster, Siri Hustvedt, de la que también me han dicho que es una gran escritora. Pero no hubo nada que hacer, me decanté por el primero que había cogido, al azar, sin ni siquiera gustarme el título (La noche del oráculo).
Me lo acabé en pocos días. Qué libro tan interesante y tan bien escrito. La historia del protagonista me encandiló en seguida, pero lo hizo aún más la del protagonista de la novela que escribe el protagonista, total, que llegó un momento en el que no sabía quién me estaba gustando más, si el escritor, el escritor del escritor, el editor del escritor, la ciudad de Nueva York o la amante de alguno de ellos…
Una de las cosas que me dijo la dependienta (sin que yo le preguntara) fue que uno debe elegir los libros que lee según el estado de ánimo en el que se encuentre. Pues bien, el mío debía de ser excelente, porque elegí francamente bien.
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