jueves, 29 de julio de 2010

Vivan las vacaciones de los demás

Pero tranquilos, que no me he vuelto loca, ahora mismo os lo explico.
Ayer me llevé una grata sorpresa cuando descubrí que en mi supermercado habitual no estaba la chica de siempre cobrando en la caja, había en su lugar un chico muy joven que se movía con bastante agilidad al pasar los productos por el lector de códigos de barras y que pese a ser casi la hora de cerrar, tenía con toda probabilidad, la misma cara de frescura que a las 9 de la mañana. Definitivamente, era el sustituto de la chica que se encuentra de vacaciones. Benditas sean sus vacaciones, en primer lugar porque ella lo estará pasando de maravilla y en segundo lugar, porque han puesto a un jovencillo en su lugar, que se estará ganado cuatro duros este verano y que nos está alegrando el espíritu a los que por motivos X, tenemos que seguir comprando en el supermercado estos días.
No sé qué motivos tendrá este chico para tener esa frescura y esa energía pese al trabajo más o menos motivador que está desarrollando este verano (diría que no es el primer estío que se dedica a ello o al menos tiene una capacidad de aprendizaje pasmosa), pero alabo la vitalidad que transmite, ojalá nos diera un poquito de su alegría en cada ticket que nos entrega. Ojalá todo el mundo fuera a trabajar con un poquito de alegría en el cuerpo, por poquita que sea, ved qué buenos efectos surge. Gran ejemplo ese chico.
Yo, mientras, sigo esperando que lleguen mis vacaciones, que aún tardarán, pero como buena optimista que soy, sé que todo llega… felices merecidísimas vacaciones a todos.

viernes, 23 de julio de 2010

Los ojos se van

Detrás de lo que no deben. Eso es lo que me ha sucedido esta semana.
Hace tiempo hubo un accidente de coche en Barcelona porque el conductor se quedó embobado mirando un cartel donde aparecía una señorita ligera de ropa. Bien, pues eso es más habitual de lo que parece. Bueno, es habitual que nos quedemos embobados mirando fijamente algo o a alguien mientras el resto de nuestro cuerpo continúa como si tal cosa, lo de estamparse con el coche no lo es tanto, para fortuna de todos.
Porque claro, con un poco de mala suerte, tenemos accidentes como el que os he comentado y si no pasa nada, se queda en una mera anécdota…
Y ahí va lo que pasó: una mañana muy temprano iba yo camino del metro cuando en el mismo lugar que todos los días, se detenía el chico de la furgoneta que transporta los diarios gratuitos. Yo nunca cojo ninguno, pero me maravilla la cantidad de personas que se arremolinan a las 7 y media de la mañana esperando al chico y los diarios en cuestión. Bueno, pues como os decía, el otro día me quedé observando al chico que se iba a tener que enfrentar con la multitud esperadora, y lo miré con tanta fijación, yo creo que más por el sueño que llevaba yo que porque el mozo tuviera interés alguno, que no vi el bastón de una chica ciega que venía hacia mí. Cuando lo vi, mejor dicho lo noté en mis pies, tuve que pegar un salto que ni los saltamontes, porque de otro modo, primero hubiera caído yo y luego ella encima de mí, una tragedia de buena mañana. Pero por suerte, parece que tengo los reflejos en forma y se pudo evitar la tragedia, eso sí, me acabé de despertar de golpe. Si al menos el chico hubiera sido guapo…
En fin, que a ver si ponemos un poco más de atención, que nos puede ir un disgusto gordo en ello.

sábado, 17 de julio de 2010

La gente

Si os he de decir la verdad, nunca he confiado gran cosa en la gente. Debe de ser algún trauma que arrastro desde la infancia, pero lo cierto es que cuando se trata de participar en reuniones de personas que no conozco (eso que llamamos gente) me lo pienso y lo valoro con detalle antes de decidirme a ir.
Esto os lo cuento porque he empezado a recuperar la confianza. En la última semana, además de producirse las dos manifestaciones populares más contradictorias que se recuerdan en Barcelona, yo he pasado por las dos reuniones con personas que me han hecho recuperar un poquito de la confianza que puedo llegar a tener en la gente.
La primera fue una fiesta sorpresa para un amigo. Su pareja le organizó una fiesta de cumpleaños sorpresa en un formato de lo más original: un picnic. Allá que nos fuimos un grupo de gente (la mayoría solo teníamos como nexo de unión el cumpleañero) a comer unas deliciosísimas viandas a la sombra de unos árboles sobre una toalla. Qué bien me lo pasé, qué gente más maja conocí y cómo nos divertimos todos sin saber por qué. Hemos prometido repetir el encuentro.
La segunda reunión de esta semana fue una agradable cena con unos compañeros de trabajo a la que se unieron ex compañeros, algunos de los cuales no conocía más que de vista. Qué bien me lo volví a pasar. Descubrí que juego muy mal a los bolos, pero creo que lo importante allí era pasar un buen rato y no tanto ganar un campeonato. No lo prometimos, pero también repetiremos el encuentro.
Qué alegría descubrir que en realidad, y aunque a veces parezca que no, hay gente muy maja por ahí. Qué gusto, ¿verdad?

viernes, 9 de julio de 2010

Singapur

Hace años, como mucha gente, yo me sabía los países de memoria, ahora es difícil, primero porque uno va haciendo muy selectiva la memoria y segundo porque los recuerdo mejor si no han cambiado de lugar con los años y muchísimo mejor si he estado en ellos de vacaciones.
El tema es que hace unas semanas, por motivos laborales, tuve que trabajar con alguien de Singapur. Lo primero que pensé es qué suerte la mía, y lo pensé porque cada vez que me relaciono con alguien extranjero de verdad creo que me estoy enriqueciendo de alguna manera, no sé si sabría definirla, pero sé que lo hago. Lo segundo que pensé es ¿dónde está Singapur? Porque más o menos yo sabía situarlo en el mapa, pero si me hubieran dado un mapamundi en blanco no sé si lo hubiera colocado exactamente en su casilla, y como me gusta saber de lo que hablo, lo busqué en un mapa y, en efecto, caía por allí, pero no justo allí.
El trabajo fue muy puntual, pero es curioso que desde más o menos entonces, tengo un lector de mi blog que se conecta en Singapur. Lo sé porque tengo una manera de saber el país de procedencia de mis lectores. No os identifico, no sé quiénes sois ni la ciudad desde la que os conectáis… pero sí sigo un registro de visitas, y además de ver que mes a mes la familia va creciendo, de vez en cuando me llevo una sorpresa así. No me sorprende que haya una persona que lea español en Singapur, seguramente habrá muchísimas. Lo que me sorprende es que yo haya estado conectada con ese país por dos puntos equidistantes. Qué grande es el mundo.

sábado, 3 de julio de 2010

Cómo cenar gratis por 2.000 euros

Hace unos días tuve la ocasión de asistir a la reunión anual de gente relacionada con la UOC, la Universitat Oberta de Catalunya, que tiene un amplio abanico de formación universitaria reglada. Es una universidad básicamente online, así que una reunión presencial se convierte en todo un acontecimiento.
El acto tuvo como marco el bellísimo Palau de la Música Catalana, donde es imposible no guardar un minuto de recuerdo para aquél y toda su familia. Un minuto de improperios es lo máximo que le puedo dedicar a ese personaje.
Yo estudié en la UOC hace unos años y en calidad de eso, me invitaron a la reunión. Como en esta ocasión fue en un lugar tan agradable, fui. Hubo charlas, hubo conferencias, pero lo que más me llamó la atención fue que todos los allí congregados interrumpiéramos el parlamento de la Rectora con carcajadas y aplausos cuando, en el fragor de la anécdota que pretendía contar, nos explicó que había ocurrido cuando la invitaron a una calçotada. Bien, eso no nos llamó la atención, porque a los que vivimos en Catalunya es imposible que alguna vez no nos hayan invitado a alguna, pero ella se paró en seco, miró al conferenciante que tenía a su lado con el pinganillo de la traducción en la oreja (del catalán al inglés) cuando exclamó… ¿y cómo le habrán traducido calçotada? Ahí fue cuando comenzaron las sonrisas, que se trasformaron en estruendosas carcajadas cuando descubrimos que el traductor le había dicho Onion festival (es decir, festival de la cebolla).
Claro, una calçotada ya viene a ser eso, pero dicho así, a todos nos suena fatal, menos al buen hombre fundador de Google Earth, que como no lo entendió, ni le hizo gracia, ni le dejó de hacer.
La tarde acabó bien, porque cuando terminó la brevísima sesión de ruegos y preguntas (porque el conferenciante se entretuvo y nos entretuvo mucho), nos ofrecieron un pica pica de aquellos que con su copita de cava entran de maravilla y, dependiendo de la cantidad que uno alcance a comer, bien sirven de cena.

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