domingo, 24 de febrero de 2013

La realidad


Esta mañana he tenido la oportunidad de ver con mis propios ojos el Airbus-380 que ha llegado a Barcelona, bastante puntual por cierto, que llegaba por primera vez a España, con motivo del Mobile World Congress de 2013.
Es un ingenio impresionante, debo reconocerlo. Por la que yo llamo ‘autopista del cielo’ se veían llegar los aviones uno detrás de otro esperando su turno para aterrizar, pero cuando ha asomado el A-380 la diferencia era evidente incluso en la más lejana de las lejanías que el ojo humano puede vislumbrar.
Los pares de ojos humanos que en las cercanías del aeropuerto del Prat nos hallábamos era muy superior al que suele haber cualquier domingo, probablemente superábamos los dos mil, quinientos para la policía ;-) pero los ojos inhumanos (me refiero a las cámaras de los móviles) que estaban siendo testigos del momento eran casi los mismos. Me he quedado muy sorprendida por la cantidad de personas que preferían ver la realidad a través del ojo falso en lugar de verla con sus propios ojos. La escena era como os cuento a continuación:
Las personas sostenían el móvil con sus manos, en ese momento el avión impresionante pasó sobre nuestras cabezas, las personas pararon la grabación y cuando el avión aterrizó y todos estábamos satisfechos por lo que habíamos visto, constaté que muchas personas seguían sin levantar su cabeza del móvil ¡porque estaban comprobando la grabación!
Es decir, esas personas no han visto con sus ojos el avión, ni cuando se aproximaba, ni cuando pasaba sobre nuestras cabezas, ni cuando aterrizaba, lo han hecho a través de una cámara. Para eso no hacía falta acercarse al aeropuerto del Prat. En internet hay montones de vídeos buenísimos del A-380.
Me resulta muy llamativo ese fenómeno que se produce en la mente de algunas personas, que aprecian tanto el valor de un ojo ficticio que sin duda tiene buenísimas utilidades, pero exactamente la de ver, no.
Solo espero que nunca se inventen los labios inhumanos, porque tampoco los querré.
Feliz Mobile World Congress a todos los asistentes. disfrutad de Barcelona con los ojos que queráis.

sábado, 23 de febrero de 2013

Robert Redford


¿Quién era más guapo, Paul Newman o Robert Redford? Me parece una pregunta bastante sinsentido, pero la he oído tantas veces que con mucho gusto la voy a responder: para mi gusto, Robert Redford. Pero además, con diferencia.

Paul Newman era guapo, uno ojos azules indiscutiblemente preciosos y una cara que le convirtió en uno de los mejores reclamos cinematográficos [talento actoral aparte] durante muchos años, hasta bien entrada su avanzada edad.

Pero Robert Rerdofd me parece superior. Un poco más. Se le mire como se le mire, se peine como se peine, se ponga como se ponga y le pase lo que le pase en las películas, es guapo.

Y para mi desasosiego, no he visto muchas películas suyas, pero le he visto tantas veces, que lo he podido constatar.

Le vi, sin ir más lejos, hace un par de semanas en una película que dieron por televisión y me pareció muy interesante: Los tres días del cóndor, de Sydney Pollack. Hay que reconocer que en 1975, el señor Redford, apenas llegando a los cuarenta, se debía de encontrar en su máximo esplendor, pero aun así, me parece que está muy guapo.

Lo que me apesadumbra desde que le vi en esa película es que no pude ver la película entera. No entiendo la manía que tenemos en España de programar las películas por la noche para que comiencen en torno a las 10:30 de la noche. Si tienes un trabajo decente (e incluso si es un poco indecente) es bastante fácil que no puedas ver el final de una película que comienza a las 10:30, por corta que sea, con lo cual, me quedé sin saber lo que le pasa al cóndor al final de los tres días. ¿Alguien lo sabe?

Pues por favor, que no me lo diga, porque la quiero ver.

sábado, 16 de febrero de 2013

Violencia

No puedo con un tipo de violencia. Sé que suena raro decirlo, porque no debería poder con ninguno, pero después de muchas películas, me he dado cuenta de que hay un tipo de violencia que no me sienta nada bien: la física. Cuando dos matones se ceban a puñetazos con un no tan pobre inocente como ocurre en Mátalos suavemente, no puedo mirar, cual chiquilla tengo que apartar la vista. Pero si es una bomba la que cae sobre una casita en la montaña reventándola y haciéndola arder en llamas como en El legado de Bourne, me quedo tan tranquila.

Bueno, tan tranquila no, pero no me afecta ni la cuarta parte de lo que me afecta una buena pelea a puñetazos o una serie de navajazos en un callejón oscuro, peor aún si es bajo la lluvia.

Yo ya sé que en ambos casos se trata de una película y tanto la explosión como los puñetazos son de lo más ficticio, pero no puedo evitar sentir una parte del dolor físico que ese tipo de violencia puede causar. Puede que haya algo de miedo en ese sentimiento, porque si lo pensamos con frialdad, encontraremos que el hecho de que unos matones te propinen una paliza en plena calle es más probable que un misil caiga sobre tu casa (si vives en Barcelona, por ejemplo, hay otras zonas del mundo donde tendríamos que decirlo justo al revés).

Pero pensándolo bien, después del meteorito caído en Cheliabinsk, Rusia, hace un par de días, creo que una especie de bomba caída en forma de meteorito sobre la ciudad en la que vivo, puede llegar a convertirse también en algo desagradablemente frecuente.

Llamadme miedosa, si queréis, yo lo dejo en peliculera.

jueves, 14 de febrero de 2013

Amén

El Papa de Roma ha dimitido. La noticia del año, sin duda alguna. ¡Y solo estamos en febrero! Por lo insólito del caso, esa dimisión me parece sencillamente espectacular.

La máxima figura de la Iglesia Católica en la Tierra no se ha visto con fuerzas suficientes para seguir desarrollando su trabajo y se retira.

Le honra dicha acción, cuántas personas deberían hacer lo mismo y no lo hacen. Tienen mil años y no se retiran. Bueno, en realidad le hubiera honrado más no presentarse a la elección, porque tiene tela que los papas sean elegidos cuando los demás estamos deseando jubilarnos, pero ya que tienen esas normas, que las cumplan.

Yo no soy religiosa, pero el día de la fumata blanca, estaré pendiente de los medios de comunicación, como si en vez de un Papa, de ahí fuese a salir el hombre de mi vida.

Daría lo que fuese por estar en la Plaza de San Pedro ese día, porque ya me pareció espectacular cuando estuve sin fumata, con que rodeado de miles de personas y al borde del humillo, tiene que ser una auténtica obra teatral elevada a la máxima potencia.

Vuelvo a repetir que yo muy religiosa no soy, pero los espectáculos sí me gustan, y veo que las parafernalias que utilizan son de una magnitud tal que no puedo menos que admirarla en casi todo su esplendor (todo tiene un límite…).

Le deseo buena vida al hombre que ha sabido ponerse en su sitio y darnos la oportunidad de no esperar 10 años más a vivir otro espectáculo de humos.

Aprovecho para saludar al amor de mi vida, al que sin pretenderlo le he hecho aparecer de una chimenea unas líneas antes, y que un 14 de febrero, gracias al santo más romántico, Valentín, no puedo dejar de mencionar :-D

domingo, 10 de febrero de 2013

Quien hace lo que puede, no está obligado a más

Quejarse es necesario. Imprescindible diría yo. Cuando algo no es correcto, cuando alguien se salta la ética, cuando hay abusos de poder, cuando no se entiende lo que está ocurriendo, lo lógico es quejarse.

Pero quejarse también es un arte, para mí. Para nuestra desgracia, en la sociedad actual, tenemos mucho de lo que quejarnos, y por ello hay algunas personas que se han instalado en la queja constante. Todo el día se van a quejar. ¡No puedo más!

A ver, ¿por qué no damos un paso más?, ¿qué hacemos para solucionar la situación? Yo, que cuando me lo propongo soy persona razonable hasta la extenuación, te diría que empecemos haciendo lo que esté en nuestra mano. Y poco a poco llegaremos al objetivo final.

Ambicionar objetivos enormes está bien para un sueño, pero para la vida real puede resultar algo ‘descalabrante’. Abogo porque te plantees objetivos más pequeños, alcanzables, y a medida que los vayas superando, aumentes el grado de objetivo a cumplir.

Y con la situación actual, de la que nos pasamos el día quejándonos, lo mismo. Vamos a intentar solucionar lo que podamos. Primero será lo que esté en nuestra mano: nosotros, nuestra casa, nuestro barrio, nuestro lugar de trabajo, y luego, si llegas, vuelve a replantearte la situación, porque en unos años tanto tu situación personal como la sociedad habrán cambiado y tal vez el objetivo a seguir que te habías planteado con la mano en alto cuando tenías 25, ya no tiene mucho sentido en tu nuevo yo.

Hoy me ha apetecido hablar de esto porque los fines de semana por las mañanas escucho el programa A vivir que son dos días, de Javier del Pino, en la cadena SER. Me gusta comprobar que el programa que el año pasado se centraba en un típico debate (soberbiamente moderado por Montserrat Domínguez) sobre cualquier tema de actualidad se ha transformado en un programa reivindicativo en el que muchas personas que están luchando duro por los derechos de los demás, ya sea en un barrio de Madrid o en un rincón de la India, tienen voz.

Un profesor que tuve yo de pequeña nos decía en clase… ‘quien hace lo que puede, no está obligado a más’; entonces no veía la sorna de la frase, pero ahora sí… ¿cómo se sabe lo que se puede?

sábado, 2 de febrero de 2013

Declaración de amor

Mi compañero de trabajo nos contaba ayer que un día esperando a que sus niños saliesen del colegio, estando sentados en un banco él y su mujer, pasó por delante de ellos el ex novio de su mujer. ¡Qué fatalidad!

¡Y encima es guapo! Se quejaba él.

Resultó un relato de lo más divertido, pero no me puedo imaginar una circunstancia más perturbadora. Bueno, sí puedo, no me toméis al pie de la letra, que esto es solo una manera de expresarse…

Que vayas a tener que encontrarte al o la ex de tu pareja más frecuentemente de lo que te gustaría es un infortunio. Porque que todos tenemos más o menos ex parejas, ya lo sabemos y, de hecho, es lo natural. No es habitual que alguien acabe toda la vida junto al primer amor que se encontró en su juventud. Pero lo que no es tan natural es que ese o esa ex forme parte de tu vida años después de una manera tan cotidiana (como es la posibilidad de verle cada día en la puerta del colegio de tus hijos).

Yo lo que tengo claro es que cada pareja es un mundo. Cada dos tiene su código y cada pareja sabe lo que pasa dentro y fuera de ella y, para bien o para mal, no lo sabe nadie más.

Lo que yo sé respecto a la mía es que por muchos ex que yo tenga y por muchas veces que me los encontrara cada día, nadie iba a hacer tambalearse ni un milímetro lo que siento por mi pareja. Porque sencillamente no hay nivel más arriba, el más arriba es él.

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