He tardado en volver, lo reconozco, pero es que de luna de
miel se está tan bien… disculpad si os he hecho esperar.
Estuve pensando muchos días si retomar esta nueva etapa de mi blog hablando de Argentina o de Catalunya.
Catalunya porque hace relativamente poco que ha sido 9 de
noviembre y a nadie en el mundo entero habrá pasado inadvertido el fenómeno que
tuvo lugar aquí, que ríete tú de la expectación que genera la fumata
blanca de los papas… pues ahí nos hemos situado en el centro del universo.
Votaciones que no sirven para nada, personas que votamos como si sirvieran,
personas que no votan ellos sabrán por qué... y resultados que cada uno
interpreta de la manera que más le conviene, porque sería algo sorprendente que
alguien hiciera una interpretación de algo y que le dejara en mal lugar; pues
no, eso en Catalunya nunca, o se hace bien, o no se hace, aunque no sirva.
Pero de Catalunya hablaré más adelante.
Hoy os quería habar de Argentina porque ha sido nuestro
destino elegido para pasar la luna de miel y para mí ha sido todo un
descubrimiento. Qué país más interesante, qué completo, qué variopinto, qué naturaleza más rica, qué historia tan arraigada, he vuelto enamorada.
Lo iré haciendo ‘a poquitos’ como decía mi abuela, quien por
cierto tuvo dos hermanas viviendo allí, porque es tanto lo hermoso que nos hemos
encontrado, que creo más conveniente dosificarlo.
Por el momento os dejo con una imagen de mi amigo Perito Moreno, en El Calafate. Es la primera vez que se le ve desde la carretera, cuando llegas, en la llamada curva de los suspiros, porque es imposible no exclamar algo cuando lo ves. Pero desde nuestro paso por ella se llamará curva del Oh, la la, porque fue lo que escuchamos todos al llegar, le salió del alma a una niña, evidentemente francesa, y a todos nos hizo sonreír, porque qué gran verdad, oh la la...