Cada fin de semana aparece en mi calle un hermoso Audi TT.
El coche intriga por sí solo, pero más intriga el hecho de que solo lo veamos,
y en la calle, durante los fines de semana.
Apetece mucho imaginarse una vida paralela a la del coche.
Quién conducirá el vehículo, por qué solo le vemos en fin de semana, ¿dónde
pasa el resto de la semana?, ¿con quién?...
No me costaría gran cosa apostarme en el balcón a esperar a que
llegue alguien relacionado con el coche, tal vez el conductor, pero mejores
cosas tengo que hacer que perder mi tiempo en ello… y más porque es invierno.
Y diréis, tal vez, que por qué le doy tantas vueltas a ello
si no quiero perder el tiempo. Bien, pues porque algo no me encaja. Resultaría
fácil inventarse una vida falsa que acompañe a ese coche, pero llegado algún
punto, no me encaja, tan lógica soy.
Una presupone que durante la semana tiene un trabajo y el
fin de semana vuelve a su casa, pero si es ‘su casa’, ¿por qué deja ese coche
en la calle? El barrio en el que vivo no es especialmente peligroso, pero los
ceros del precio de ese coche están pidiendo a gritos tenerlo a buen recaudo…
O pongamos que es al revés, que durante la semana está en su
casa y en fin de semana, no lo está… pero ¿por qué?, ¿por trabajo?, ¿un/a
amante?
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