Ayer iba yo caminando por la calle, por una de las pocas calles tranquilas de mi barrio, cuando a lo lejos divisé que venían por la misma acera que yo, pero en sentido contrario (es decir, hacia mí) un padre y una niña que no debía de pasar de los 8 o 9 años, era algo tarde, quizá cerca de las 8. Ya desde lejos advertí que la niña iba llorando. Lo primero que pensé, pues los que me conocen saben que intento ser positiva, fue que era la típica rabieta de niño, de esas de ‘ah, no me has comprado los chuches, buaaa buaaaa’ y sonreí. Pero a medida que nos acercábamos empecé a escuchar algo de la conversación:
—buaaaa buaaaaa
—No llores, no llores, es que no he podido.
—buaaa buaaa. No pudiste cuando la plaza (…) (… esto no lo oí, mecachis) ni cuando la plaza de la Concordia.
—Es que no he podido ir…
Y justo en ese momento nos cruzamos, y justo en ese preciso instante la niña, con un llanto desgarrador le soltó casi gritando ‘NUNCA PUEDES VENIR A NADA’. Me heló el corazón. Era claro que la niña asistía a algún tipo de actividad extraescolar que tenía lugar en distintos emplazamientos y que su padre nunca podía ir a verla. No haré juicios de valor de nadie porque no sé nada de sus circunstancias. Sólo sé que ayer esa niña consiguió generar en mí una profunda reflexión social.
Blog creado para compartir ideas, sentimientos, realidades... todo aquello que haga sentirnos mejor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2016
(10)
- ► octubre 2016 (2)
- ► septiembre 2016 (1)
- ► abril 2016 (2)
- ► marzo 2016 (4)
-
►
2015
(10)
- ► octubre 2015 (2)
- ► septiembre 2015 (2)
- ► agosto 2015 (1)
- ► julio 2015 (2)
- ► marzo 2015 (2)
- ► enero 2015 (1)
-
►
2014
(16)
- ► diciembre 2014 (2)
- ► noviembre 2014 (1)
- ► septiembre 2014 (1)
- ► agosto 2014 (2)
- ► julio 2014 (1)
- ► junio 2014 (1)
- ► abril 2014 (3)
- ► febrero 2014 (2)
- ► enero 2014 (2)
-
►
2013
(31)
- ► diciembre 2013 (2)
- ► noviembre 2013 (2)
- ► octubre 2013 (1)
- ► septiembre 2013 (3)
- ► agosto 2013 (1)
- ► julio 2013 (2)
- ► junio 2013 (3)
- ► abril 2013 (3)
- ► marzo 2013 (5)
- ► febrero 2013 (6)
- ► enero 2013 (1)
-
►
2012
(20)
- ► diciembre 2012 (1)
- ► noviembre 2012 (3)
- ► octubre 2012 (4)
- ► septiembre 2012 (2)
- ► julio 2012 (2)
- ► junio 2012 (2)
- ► abril 2012 (1)
- ► marzo 2012 (2)
- ► febrero 2012 (1)
- ► enero 2012 (2)
-
►
2011
(18)
- ► diciembre 2011 (2)
- ► octubre 2011 (1)
- ► agosto 2011 (4)
- ► julio 2011 (3)
- ► junio 2011 (1)
- ► abril 2011 (3)
- ► marzo 2011 (1)
- ► febrero 2011 (1)
- ► enero 2011 (2)
-
►
2010
(51)
- ► diciembre 2010 (2)
- ► noviembre 2010 (3)
- ► octubre 2010 (2)
- ► septiembre 2010 (4)
- ► agosto 2010 (4)
- ► julio 2010 (5)
- ► junio 2010 (5)
- ► abril 2010 (7)
- ► marzo 2010 (5)
- ► febrero 2010 (4)
- ► enero 2010 (5)
Te entiendo perfectamente, tengo una hija pequeña y es tremendo el nivel de chantaje emocional que llega a ejercer.
ResponderEliminarNos matamos 12 horas diarias para darle todos los caprichos y no hace mas que pedir la pequeña vampira.
Una pena... a veces creo que deberiamos optar a sacarnos el carnet de padre / madre antes de traer alguna criatura inocente a este puñetero mundo...
ResponderEliminarAla maña, sique con tus cosas.
PD: Me gustaba tu caricatura... pero si el cambio te gusta a tí, adelante con ello y con todo lo que se te ponga en el camino.
Agotada, mujer, no te desesperes, tu niña tiene una edad difícil... ¿vampira? Anda, no exageres, que también te dará momentos inolvidables...
ResponderEliminarAnónimo, si el propio carnet de conducir se le da a todo el que aprueba el examen, pues imagínate esto... no hay remedio.
Eso sí, siempre he pensado que los padres juegan con una ligera ventaja respecto a los hijos: los padres en algún momento han sido hijos, pero los hijos nunca han sido padres.
Por cierto, Agotada, a ver si puedes descansar el fin de semana un poquito más.