sábado, 5 de diciembre de 2009

Maquillaje (I)

A estas alturas de mi vida ya sé que es tan importante el hecho de que aún puedo ir sin maquillaje como el hecho de que ya puedo ir sin maquillaje.
Os lo explico un poco, antes de que se convierta en cuestión existencial.
Yo nunca he sido mujer muy aficionada al maquillaje. No uso maquillaje, así de sencillo. Nunca, ni de adolescente ni ahora. Bueno, tal vez algunas mañanas me animo a ponerme un poco de rímel (sí, amigos, ya está castellanizada esta palabra) y una rayita en el párpado de vez en cuando, nada más. Como anécdota os puedo contar que tengo dos barras de labios a medio terminar desde hace al menos 4 años.
Últimamente, los días que no duermo bien, me dicen que no tengo buena cara; algo que se arreglaría con un sencillo corrector de ojeras y una base ligera de maquillaje, eso le daría a mi cara una luminosidad que ríete tú de las estrellas de Hollywood.
Pero no, no quiero hacerlo. Los hombres aún me miran con cara de agrado por la calle y aún no me veo terrorífica ante el espejo… de momento, suficiente. Aún puedo permitirme ir sin maquillaje.
Pero como comprenderéis, no me refería a ese tipo de maquillaje cuando os decía que ya puedo ir sin maquillaje… id pensando, que os lo cuento bien pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta:

Archivo del blog

Datos personales