miércoles, 10 de agosto de 2011

Leer antes o después de dormir

Como a casi todo el mundo le pasará, exceptuando a los perfectos, hay cosas que sé hacer y hay otras muchas que no. Bueno, pues una de las que no sé por mucho empeño que le ponga es leer un libro en la cama, antes de dormir.
A mí siempre me ha gustado leer, por eso me metí en una carrera de letras, por eso he trabajado un altísimo porcentaje de mi vida laboral en el sector editorial (y sigo) y por eso en mi casa hay bastantes más libros que pares de zapatos.
Lo que no hago mucho es comprarme libros, sí, sé que hago mal, y más dedicándome como me dedico al sector. Pero es que me molesta muchísimo gastarme el dinero en un libro que no me guste. Lo odio sobremanera. Qué manera más tonta de tirar el dinero, porque ya es raro que puedas aprovechar un libro para nada más, qué ¿para calzar la mesa? Demasiado grandes, ¿para regalar? Patético. Debería existir la opción de devolver un libro si no te gustara… ah, perdón, que eso ya existe, se llaman bibliotecas y de ahí es de donde saco la mayoría de libros que leo.
De vez en cuando lo hecho de menos y voy y me compro alguno, Paul Auster, Marías, Rivas, alguno con garantías, pero sea de quien sea, antes de comprarlo tiene que pasar la prueba de la primera página. Yo siempre he pensado que un libro cuando es bueno, lo es de principio a fin. Puede flojear en alguna parte o puede ser extraordinariamente bueno solo en algunas partes, pero por lo general, quien escribe bien, lo hace en cada frase… por ello yo me leo el primer párrafo, si me engancha, leo las frases siguiente, y si cuando he acabado la página no puedo soltarlo de mis manos, se va a casa.
Y eso es lo que ha pasado con el nuevo de Javier Marías, Los enamoramientos, que me ha atrapado desde la primera palabra La.
Lo que ocurre es que no tengo mucho tiempo para leerlo, porque así como mucha gente aprovecha los minutos que pasa en vela previos al dulce sueño, yo no puedo. Soy marmota andante y tan pronto pongo mi cuerpo en la cama, me duermo. Puede parecer exagerado, pero no, si es hora de dormir, mi cuerpo es obediente como él solo. Me duermo. Así que intento aprovechar otros momentos perfectos para la lectura, pero no encuentro tantos…

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