martes, 21 de diciembre de 2010

La justicia

No es frecuente encontrar bares, cafeterías, restaurantes o locales en los que aún sirvan el azúcar en terrones.
Tal vez ando muy equivocada, pero lo cierto es que hacía mucho tiempo que nadie me ofrecía uno hasta ayer.
Andaba yo tan entretenida en Zaragoza con el frío y el primer cumpleaño de mi adorado sobrino cuando se me ocurrió entrar en una conocida (y única) cafetería de la Plaza de los Sitios a tomarme un café con leche. Cuál fue mi sorpresa al descubrir los dos terroncillos junto a la taza, ¡qué cosa tan antigua! pensé. Con los prácticos, cómodos y equitativos que resultan los sobrecillos… ¿y si quiero más de un terrón y menos de dos?, ¿pido un cuchillo para echar el azúcar exacto que yo desee?
Por suerte para los terroncillos no soy persona de muchas manías, con lo que sin pensármelo mucho, les quité el envoltorio y se fueron directos a la taza.
Al terminarme el café me marché de la cafetería tan feliz como había entrado, pero con la profunda disquisición en mi cabeza sobre lo difícil que es a veces en la vida, ser justo.

2 comentarios:

  1. M'agraden molt el què escrius i, sobre tot, com ho escrius. Les teves descripcions són com fotografies en blanc i negre que li donen color a la realitat quotidiana. Et segueixo en silenci des de la penombra on no em perdo cap d'aquests petites històries de vida amb què ens il.lumines cada vegada que actualitzes el bloc. No paris mai, si us plau!

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  2. Uaaaaau, Colin Firth, no pots ser el meu actor preferit perquè algú que m'estimo molt ja se l'ha agafat, però de veritat que alucino amb el bon català que tens... :-D

    Gràcies per les teves paraules. Escric com em surt, i per ser editora (també en l'ombra) no edito gaire el que publico, però si us agrada i a mi també, potser ja està bé, oi?

    Gràcies!

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