sábado, 6 de noviembre de 2010

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El Papa, pobre hombre… con lo mayor que está y el trajín que lleva. Pero claro, es lo que tiene ser el sumo pontífice. El máximo exponente de la iglesia católica y el jefe del estado del Vaticano.
Se da la circunstancia de que este fin de semana está de visita por España, primero Santiago de Compostela y luego Barcelona, de punta a punta y tiro porque me toca. Por cierto, qué bonito es Santiago de Compostela. Ciudad estudiantil y religiosa a partes casi iguales y donde más peregrinación por metro cuadrado se puede encontrar de toda España.
Hace unos años estuve en Santiago y qué bien lo pasé. Y qué eucalipto tan maravilloso y ancestral hay en su parque; parque por el que estudiantes y enamorados pasean también a partes casi iguales y los peregrinos descansan sus agotadísimos pies. Santiago, por supuesto, es un lugar donde llueve, y llueve mucho más de lo que llueve en otras ciudades, por lo que se ha ganado el calificativo de una de las ciudades más lluviosas de toda Europa. Quién me viera ahora mismo en Santiago… pero no, estoy en Barcelona, ciudad donde el Papa Benedicto tendrá el placer de alojarse unas horas mañana domingo, día del Señor. La previsión meteorológica dice que el clima va a ser al revés de lo que se podría esperar, mucho sol en Santiago y lluvia en Barcelona, pero no me preocupa, el Papa tiene protección de sobras frente a cualquier tipo de inclemencias… la divina.
Feliz estancia, Santidad, y si no nos vemos, tranquilo, otra vez será.

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