Detrás de lo que no deben. Eso es lo que me ha sucedido esta semana.
Hace tiempo hubo un accidente de coche en Barcelona porque el conductor se quedó embobado mirando un cartel donde aparecía una señorita ligera de ropa. Bien, pues eso es más habitual de lo que parece. Bueno, es habitual que nos quedemos embobados mirando fijamente algo o a alguien mientras el resto de nuestro cuerpo continúa como si tal cosa, lo de estamparse con el coche no lo es tanto, para fortuna de todos.
Porque claro, con un poco de mala suerte, tenemos accidentes como el que os he comentado y si no pasa nada, se queda en una mera anécdota…
Y ahí va lo que pasó: una mañana muy temprano iba yo camino del metro cuando en el mismo lugar que todos los días, se detenía el chico de la furgoneta que transporta los diarios gratuitos. Yo nunca cojo ninguno, pero me maravilla la cantidad de personas que se arremolinan a las 7 y media de la mañana esperando al chico y los diarios en cuestión. Bueno, pues como os decía, el otro día me quedé observando al chico que se iba a tener que enfrentar con la multitud esperadora, y lo miré con tanta fijación, yo creo que más por el sueño que llevaba yo que porque el mozo tuviera interés alguno, que no vi el bastón de una chica ciega que venía hacia mí. Cuando lo vi, mejor dicho lo noté en mis pies, tuve que pegar un salto que ni los saltamontes, porque de otro modo, primero hubiera caído yo y luego ella encima de mí, una tragedia de buena mañana. Pero por suerte, parece que tengo los reflejos en forma y se pudo evitar la tragedia, eso sí, me acabé de despertar de golpe. Si al menos el chico hubiera sido guapo…
En fin, que a ver si ponemos un poco más de atención, que nos puede ir un disgusto gordo en ello.
Blog creado para compartir ideas, sentimientos, realidades... todo aquello que haga sentirnos mejor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2016
(10)
- ► octubre 2016 (2)
- ► septiembre 2016 (1)
- ► abril 2016 (2)
- ► marzo 2016 (4)
-
►
2015
(10)
- ► octubre 2015 (2)
- ► septiembre 2015 (2)
- ► agosto 2015 (1)
- ► julio 2015 (2)
- ► marzo 2015 (2)
- ► enero 2015 (1)
-
►
2014
(16)
- ► diciembre 2014 (2)
- ► noviembre 2014 (1)
- ► septiembre 2014 (1)
- ► agosto 2014 (2)
- ► julio 2014 (1)
- ► junio 2014 (1)
- ► abril 2014 (3)
- ► febrero 2014 (2)
- ► enero 2014 (2)
-
►
2013
(31)
- ► diciembre 2013 (2)
- ► noviembre 2013 (2)
- ► octubre 2013 (1)
- ► septiembre 2013 (3)
- ► agosto 2013 (1)
- ► julio 2013 (2)
- ► junio 2013 (3)
- ► abril 2013 (3)
- ► marzo 2013 (5)
- ► febrero 2013 (6)
- ► enero 2013 (1)
-
►
2012
(20)
- ► diciembre 2012 (1)
- ► noviembre 2012 (3)
- ► octubre 2012 (4)
- ► septiembre 2012 (2)
- ► julio 2012 (2)
- ► junio 2012 (2)
- ► abril 2012 (1)
- ► marzo 2012 (2)
- ► febrero 2012 (1)
- ► enero 2012 (2)
-
►
2011
(18)
- ► diciembre 2011 (2)
- ► octubre 2011 (1)
- ► agosto 2011 (4)
- ► julio 2011 (3)
- ► junio 2011 (1)
- ► abril 2011 (3)
- ► marzo 2011 (1)
- ► febrero 2011 (1)
- ► enero 2011 (2)
-
▼
2010
(51)
- ► diciembre 2010 (2)
- ► noviembre 2010 (3)
- ► octubre 2010 (2)
- ► septiembre 2010 (4)
- ► agosto 2010 (4)
- ▼ julio 2010 (5)
- ► junio 2010 (5)
- ► abril 2010 (7)
- ► marzo 2010 (5)
- ► febrero 2010 (4)
- ► enero 2010 (5)
-
►
2009
(38)
- ► diciembre 2009 (6)
- ► noviembre 2009 (6)
- ► octubre 2009 (8)
- ► septiembre 2009 (11)
- ► agosto 2009 (7)
Anda que...
ResponderEliminarMenos mal que estas agil, en forma y lozana, que si no...
Tienes mucha razon, a veces vamos atropellados y terminamos atropellando a alguien o a nosotros mismos...
Buena reflexion.
Hola Anónimo,
ResponderEliminarEn efecto, a veces atropellamos por imprudencia o por no ir concentrados. Es en esos momentos, cuando te das cuenta de que te has subido al ritmo de la vida olvidándote de cuál es tu propio ritmo. Esos 'tropiezos' para mí son la manera que tiene el mundo de recordarnos que todos tenemos un ritmo vital y debemos respetarlo.
Gracias a ti por tus palabras.
Saludos,