domingo, 13 de junio de 2010

Espontáneo

Los domingos por la mañana, siempre que puedo, me dedico a repasar la prensa mientras desayuno. El desayuno es largo, por supuesto, que para eso es domingo, y así me da tiempo a repasarla bien.
Esta mañana también he podido y eso he hecho, Vanguardia en mano, página para delante página para atrás, me he ido enterando de todo.
E independientemente de las noticias, lo que más me ha llamado la atención han sido tres cosas: que los titulares del suplemento Dinero llamen a las cosas por su nombre tan mundanamente, A veces estrictos, a veces idiotas, rezaba uno (me ha sacado una sonrisa); que quede al descubierto que Fernando Carro, presidente de Círculo de Lectores, es tan poco diplomático como parece (me ha arrancado otra sonrisa), y la increíble espontaneidad de David Bisbal, que desde el Magazine me ha arrancado más de una carcajada, concretamente dos, y eso que no me he leído la entrevista entera.
Hay que ver lo que me ha alegrado el día la espontaneidad de algunos: los titulares tan directos no son sino un ejemplo de claridad, que adoro, y la diplomacia no es más que la simulación de las buenas formas, que bienvenidas sean por otro lado, y la naturalidad de Bisbal no es más que el buen reflejo de su sencillez, llegue a donde llegue el chico, que llegará.
Qué gran virtud esa de la espontaneidad, a mí me lo parece. Pero igual que me parece una gran virtud, también me parece que no sirve para todos. Que no todas las naturalezas son igual de fascinantes y a veces un poquito de miramiento y cuidado en lo que se dice o hace consigue mejores efectos que una naturalidad abierta.
Es decir, que cultive la espontaneidad quien pueda, y me consta que aquí podéis muchos.

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