domingo, 11 de octubre de 2009

Bajo la alfombra

En el periódico de hoy venía en portada y en grandes titulares que una persona con el cargo más importante de una institución bien conocida y (al menos hasta ahora) valorada de la sociedad catalana había cargado a cuenta de dicha institución el coste de las bodas de sus dos hijas.
Hoy dedico estas líneas, como os podéis imaginar, a la capacidad de algunas personas de meter los problemas debajo de la alfombra y pisar por encima como si tal cosa.
Hace años era muy repetida en las pantallas la broma de ver a alguien barriendo y en lugar de tirar lo recogido, esconder lo barrido bajo la alfombra. La gracia no consistía en ese hecho en sí, sino en esperar el momento en el que alguien descubría lo allí escondido.
Salvando las gracias que pueda más bien no haber en este caso, algo similar ocurre en la mente de algunas personas. Hacen cosas feas, a su alrededor se generan problemas, o lo que podríamos llamar ‘suciedad’ y en lugar de intentar eliminarla o enfrentarse a ella, la meten debajo de la alfombra de la vida y continúan como si tal cosa.
A mí me cuesta bastante actuar de esa manera porque siempre he dicho que me sobraban lo que llamamos remordimientos de conciencia. O estoy en paz conmigo misma o no puedo continuar, tengo que ‘limpiar’ la situación sea como sea. De ahí que me resulte tan difícil imaginar cómo hacen estas personas para pasar del remordimiento de conciencia a vivir en paz consigo mismos, sin tocar la alfombra. Qué autoengaño más grande, ¿verdad?

1 comentario:

  1. Por eso a mi nunca me han gustado las alfombras... bien por que no me dejan ver donde piso (quizá sea algun temor a lo oculto), o bien por que debajo cabe casi de todo...hasta que alguen tiene que limpiar todo lo que tu nunca has limpiado...
    Ala, disfruta de la lionesa.

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