martes, 9 de febrero de 2010

Electricidad

Llego a casa y enciendo la luz, voy a mi habitación y repito la operación, enciendo la luz. En primer lugar porque no tengo mucha luz natural en todas las habitaciones y en segundo lugar porque son más de las 6 y media de una tarde de febrero y ya es hora de que el sol se haya ido a dormir.
Me quito la ropa que llevo y me pongo cómoda. Intento vestir muy cómoda siempre, pero para ir a trabajar a veces llevo tacones que en cuanto llegan a casa les gritan a las zapatilla, venid venid, os toca. Y así es la cosa.
En seguida pongo música de fondo, cualquier emisora de radio si lo que quiero es escuchar música "de fondo". Voy al baño, me lavo con agua caliente (gracias al calentador de agua, que es eléctrico y que no requiere encenderlo de manera manual, como ocurría con el que tenía hace años, ahora abres el grifo y el agua se calienta al instante, prodigioso).
Después voy a la cocina y me preparo algo para merendar, algo ligero y hoy, como llueve mucho, me apetece algo calentito. No tengo microondas, así que enciendo el fuego, caliento la leche y me preparo un Nescafé suave.
Mientras lo tomo, decido que es buen momento para escribir en mi blog. Pienso en vosotros. Pero tengo frío, así que me acerco a la estufa y la enciendo, no muy fuerte, porque hoy ha llovido pero no ha hecho mucho frío. Ahora mejor.
Ostras, tengo el móvil casi sin batería, esperad, que lo voy a poner a cargar.
¿Me siento?
Pues no, aún no, perdonad, dejaré la lavadora funcionando mientras escribo. Lleva días lloviendo y no me gusta poner la lavadora tan alegremente como cuando hace un sol radiante, pero la ropa se acumula y aunque la tenderé bajo cubierto, necesito ponerla.
Ahora sí, me siento frente a mi portátil, que previamente cargué. Hay veces que no me importa trabajar con el portátil conectado a la corriente, pero hoy no me apetecía, hoy he querido hacerlo sin cables para homenajear a alguien, porque por sencillo que parezca, nada de todo lo que he hecho hasta ahora podría haberlo hecho de igual forma si no fuera por la electricidad. Probablemente no pensamos en ello a menudo, pero tenemos mucho que agradecerle hoy al fenómeno que nadie inventó, a ese que al correr de los tiempos fue haciéndose más fuerte hasta que llegó un día en que sin duda alguna, dominó el mundo. ¿Qué somos sin ella?

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